En este contexto humilde que  rodeaba   a la  mayoria  de ls  campesinos de nuestros  campos,  se esperaba cada año, con profunda fe y alegría, el día 4 de octubre. Durante ese día los hombres no salían a trabajar lejos de la casa. Desde temprano se dedicaban afanosamente a confeccionar varias cruces, las que luego eran llevadas a las distintas plantaciones de trigo. Las cruces, de diversos tipos de madera, se adornaban con ramos de flores de la estación.

En otras localidades las cruces se visten con variados colores, haciéndole un traje de papel volantín, crepé o celofán. Este vestido debe ser lo más femenino posible, adornado con delantales, pañuelos o cintas, también de papel, ya que “mientras más coqueta está la cruz, mejor va a estar la cosecha”, aseguran los campesinos.

Las mujeres preparaban ponches de durazno que se sumaban a las mistelas hechas con antelación. Se mataba además un chancho, cuya cabeza se cocía y se servía trozada. Pan amasado y pajaritos complementaban la alimentación. 

“Hay que celebrar bien a San Francisco pa’ tener una buena cosecha. Dios quiera que este año nos acompañe otra vez”.

Después de almuerzo, salía la comitiva presidida por la Cruz que cargaba un integrante de la familia, seguida por el resto de participantes que llevaban la comida y las bebidas recién preparadas. Una vez en la plantación, la Cruz se enterraba en medio del trigo verde, mirando hacia la casa. El grupo rodeaba la Cruz devotamente. El dueño de casa, entonces, la bautizaba derramando un vaso de vino tinto sobre ella y todos juntos rezaban un Padre Nuestro. 

“Yo te bendizco en el nombre de Dios y la Santísima Virgen”. Los asistentes se persignan y rezan fervorosamente un Padre Nuestro, gritando posteriormente sus peticiones: ¡San Francisco, este año quiero diez por uno7 ! o ¡Dame quince por  uno, San Francisco! Estos gritos son seguidos de aplausos y vivas al Santo.
 

A esta oración seguían los aplausos, vivas a San Francisco y el baile de cuecas, las que debían bailarse muy zapateadas para que el trigo creciera mejor. De ahí que la fuerza y alegría de los  bailarines fuera fundamental para una buena cosecha.

“Hay que zapatearla enterita. Pisar bien fuerte el trigo para que salga bonito. Fíjese que donde más se zapatea es donde más lindo crece el trigo”

Al retirarse el grupo, la Cruz queda en el trigo como protectora de su crecimiento hasta el día de la trilla, durante el mes de enero o comienzos de febrero. En ese momento, se traslada a la cima del montón de espigas recién cosechadas como testigo de la faena. Terminada la trilla y guardado el trigo en la bodega o granero, la Cruz también se guardará allí, siempre mirando hacia la casa, hasta el próximo 4 de Octubre. De esta manera San Francisco y la Cruz bendecida acompañarán a la familia, protegiéndola y ayudándola a tener el sustento necesario durante el año.  

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